Desde el momento en que el agua de lluvia cae sobre la superficie continental hasta que llega al mar, ocurre toda una serie de procesos mediante los cuales se modifica el relieve; esto se debe fundamentalmente a la acción continua del ciclo hidrológico, cuyas etapas -precipitación, evaporación, escurrimiento e infiltración- permiten que el agua esté en contacto con la atmósfera y la litosfera del relieve al que van a modelar.
El agua de escurrirniento superficial constituye el agente geomorfológico más importante del planeta, y propicia una actividad fluvial (sobre todo en época de lluvias) que origina la presencia de ríos y arroyos perennes o intermitentes; estos realizan un trabajo de erosión hídrica que actúa a través del tiempo y del espacio, que modifica el paisaje y que puede ser de varios tipos: laminar, en surcos, cárcavas, barrancas o cañadas; estos procesos formarán valles y cañones a través de los años.
La enorme capacidad de trabajo de las corrientes superficiales provoca gran cantidad de energía cinética o fuerza viva, que por medio del caudal y la velocidad de las corrientes efectúa la erosión, transporte y acumulación de materiales, cuya acción, por un lado, destruye y, por otro, construye, dando como resultado geoformas diversas como los meandros, llanuras de inundación, llanuras fluviales o planicies aluviales, valles, cuencas, terrazas y abanicos aluviales, deltas de ríos, cañones, cascadas y cataratas.
El escurrimiento subterráneo y la infiltración contribuyen a la recarga de acuíferos, a la formación de la hidrología subterránea que alimenta niveles freáticos del suelo y actúan en la disolución de las rocas carbonatadas, originando los sistemas cársticos, de los que ya hemos hablado. Los numerosos ríos de México tienen una enorme riqueza de peces de agua dulce, distribuidos en diferentes cuencas hidrológicas.
Los sistemas lacustres (lagos y lagunas costeras) y palustres (pantanos) son elementos del paisaje ligados al relieve y a la dinámica hídrica continental. Es muy importante señalar la diferencia entre lago y laguna, ya que existe una grave confusión al usar indistintamente ambos términos; por lo general, a los cuerpos de agua de gran tamaño se les llama lagunas y a los pequeños, lagos; esta denominación popular es errónea, ya que lagos son sólo los continentales y lagunas son las costeras o litorales.
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El agua de escurrirniento superficial constituye el agente geomorfológico más importante del planeta, y propicia una actividad fluvial (sobre todo en época de lluvias) que origina la presencia de ríos y arroyos perennes o intermitentes; estos realizan un trabajo de erosión hídrica que actúa a través del tiempo y del espacio, que modifica el paisaje y que puede ser de varios tipos: laminar, en surcos, cárcavas, barrancas o cañadas; estos procesos formarán valles y cañones a través de los años.
La enorme capacidad de trabajo de las corrientes superficiales provoca gran cantidad de energía cinética o fuerza viva, que por medio del caudal y la velocidad de las corrientes efectúa la erosión, transporte y acumulación de materiales, cuya acción, por un lado, destruye y, por otro, construye, dando como resultado geoformas diversas como los meandros, llanuras de inundación, llanuras fluviales o planicies aluviales, valles, cuencas, terrazas y abanicos aluviales, deltas de ríos, cañones, cascadas y cataratas.
El escurrimiento subterráneo y la infiltración contribuyen a la recarga de acuíferos, a la formación de la hidrología subterránea que alimenta niveles freáticos del suelo y actúan en la disolución de las rocas carbonatadas, originando los sistemas cársticos, de los que ya hemos hablado. Los numerosos ríos de México tienen una enorme riqueza de peces de agua dulce, distribuidos en diferentes cuencas hidrológicas.
Los sistemas lacustres (lagos y lagunas costeras) y palustres (pantanos) son elementos del paisaje ligados al relieve y a la dinámica hídrica continental. Es muy importante señalar la diferencia entre lago y laguna, ya que existe una grave confusión al usar indistintamente ambos términos; por lo general, a los cuerpos de agua de gran tamaño se les llama lagunas y a los pequeños, lagos; esta denominación popular es errónea, ya que lagos son sólo los continentales y lagunas son las costeras o litorales.
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